El ópalo, químicamente, es parecido al cuarzo, pero como en su interior contiene partículas de agua, no logró convertirse en cristal. Tiene una dureza de 5 a 6.5 en la escala de Mohs, con lo cual no es una piedra muy dura. Esas pequeñas partículas de agua que contiene lo hacen aún más frágil, pero como todo tiene su parte buena, por otro lado, le ayudan a dar belleza y movimiento a sus colores.
El juego de colores del ópalo es una característica única en esta piedra. El tono más común suele ser el blanco o lechoso. También los hay negros, anaranjados o rojos (llamados ópalos de fuego) azules, marrones y hasta incoloros.
El nombre del ópalo, deriva del sánscrito “upala” y significa “piedra preciosa”, aunque realmente no tiene las características necesarias para ser considerada como tal y es por eso que, para los gemólogos, está en la categoría de semipreciosa.
Sus principales yacimientos se encuentran en Australia, de hecho, es su piedra por excelencia. Méjico es buen productor de ópalos. Honduras, Perú y España también tienen minas notables. Eslovaquia fue buen productor, pero sus minas ya están prácticamente extinguidas.
TIPS, HISTORIAS, MITOS Y LEYENDAS.
Ø Los aborígenes australianos decían que El Creador bajaba a La Tierra en medio de un arco iris, y que al llegar a pisar suelo, esparcía sus colores en él y las piedras que tocaba las convertía en ópalos.
Ø Para los árabes, esta piedra, dado su maravilloso juego de colores, sólo podía tener su origen en El Paraíso.
Ø Napoleón le regaló a Josefina un ópalo llamado “El incendio de Troya”. Imagino que sería un ópalo de fuego.
Ø Los que vayan a cumplir 14 años de casados, regálense un ópalo porque es la piedra de este aniversario.
Ø Hay quienes creen firmemente en el ritual de pasar un ópalo por agua porque aparentemente, de esa forma, se atraen a los amores difíciles.
Ø Para los romanos y los griegos era el símbolo de la gloria.
Ø Los países del oriente consideraban que el ópalo era el símbolo de la esperanza y el protector de todos los males.
El ópalo es una piedra que despierta amor y odio. Hay gente que lo considera símbolo de éxito y poder, mientras que hay otros que lo repelen. Esto último parece que se debe a un rumor que corrió como la pólvora y que se remonta al siglo XIX, donde el escritor Walter Scott, en la historia de “Ana de Geirstein”, narraba la vida de la bisnieta de un chamán persa que solía llevar siempre en su cabello un broche con un ópalo. En una ocasión en que la piedra se mojó con una gota de agua, tanto ésta como su dueña, se convirtieron en cenizas.
A través de mi vida he visto varios ópalos, casi todos blancos o con bases lechosas, pero sólo una vez he podido observar un ópalo de fuego. Era ovalado, estrecho, de 2 centímetros de largo aproximadamente y con talla de cabujón. Me acuerdo perfectamente. Por unos segundos moví la piedra lentamente de un lado al otro y me enamoré de ella. El juego y centelleo de sus intensos colores, donde predominaba el rojo fuego, me hicieron pensar que algo tan bello, creado por la Madre Naturaleza, era imposible que pudiera tener energías extrañas. Imagino que Walter Scott en ningún momento pensó en la repercusión que su libro tendría sobre esta preciosa gema, la cual, inclusive, por este episodio que acabo de narrar, llegó al punto de tener prohibida su venta. Por eso jamás he estado de acuerdo con el dicho: “Las palabras se las lleva el viento”.
Quiero cerrar esta entrega reivindicando a esta piedra, ya que antes de esta historia gris, muy lejos de llevar con ella algún tipo de maleficio, era considerada la “representante” de todas las gemas, pues en ella se encontraban todos los colores que las otras pudieran tener.
En fin, repito, que las palabras no se las lleva el viento. Hay algunas que pueden hacer mucho daño, y aquellos que escribimos y jugamos con las letras, debemos tener especial cuidado.
AJA muy interesante!!!!
ResponderEliminarpues cada quien estan muy bellas estas piedras
ResponderEliminarcomo es el ritual de pasar el opalo por agua? gracias por la respuesta.
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