domingo, 19 de diciembre de 2010

EL CARBÓN





El carbón es una piedra rica en carbono, de color negro y altamente combustible. Tiene una dureza que oscila entre 0.5 y 2.5 en la escala de Mohs.

La roca de hoy es un excelente combustible que se viene usando desde la Edad Media y a pesar de los avances de la ciencia en lo referente a la generación de energía, todavía se sigue empleando. Hay dos tipos de carbón: el mineral y el vegetal.

EL CARBÓN MINERAL, se forma gracias a la acumulación de residuos vegetales en zonas pantanosas. Los troncos de los árboles y sus hojas, al ser cubiertos por el agua de las ciénagas, llenas de fango y lodo, se van pudriendo en ausencia de oxígeno. En este proceso se producen cambios físicos y químicos que se conocen con el nombre de carbonificación, dando como resultado, tras siglos de formación, a minas de esta piedra fosilizada, orgánica y sedimentaria. El carbón es considerado un combustible fósil.

Los principales yacimientos de carbón se encuentran en China, E.E.U.U y en la Unión Europea. Con respecto a la América Hispana podría nombrar a México, Colombia y Venezuela como países importantes en producción de esta roca.

EL CARBÓN VEGETAL, es un material frágil y poroso que se produce por calentamiento de residuos vegetales a elevadas temperaturas en ausencia de aire, de esta forma se produce una carbonización que da como resultado al carbón vegetal.

Se preguntarán el por qué en Diciembre, un mes tan especial, no les hablo de una piedra más glamurosa que ésta y hasta tendrán razón, pero fue la que me vino a la mente y eso tiene un motivo.

La Navidad es una fecha en la que muchos hacemos recuento de todo lo que hemos vivido a lo largo del año y a veces, inclusive, de nuestra vida. Llegados a éste punto nos “revolvemos” un poco por dentro y nos ponemos nostálgicos. Así fue como echando atrás la película de mi existencia, me topé con un recuerdo de mi infancia repleto de imágenes de mis seres amados con los que he vivido momentos tan especiales, que quedaron grabados para siempre en mi mente, como si fueran un tatuaje en la piel. Éste que compartiré con ustedes es uno de esos pasajes, en el que, por cierto, el carbón está presente:

En un frío invierno, cuando apenas era una niña pequeña, me encontraba pasando las Navidades en Europa con mis abuelos y aguardando la llegada del día de los Reyes Magos, el 6 de Enero. ¡Para qué contarles la emoción que me dio el escribirles una carta pidiéndoles regalos!, más si a eso le agregamos que estaba aprendiendo a escribir. Así que, comencé con buen pulso, una misiva dirigida a los tres Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar. Una vez que terminé de plasmar mis letras en el papel, siempre bajo la supervisión y corrección de mi querida abuela, las dos nos dispusimos a llevar el sobre con su importante contenido al correo.

Los días iban pasando, hasta llegar a uno muy emblemático, que precede a la entrega de los ansiados regalos: La Cabalgata de los Reyes Magos, un desfile en el que ellos, los Reyes, se pasean por algún punto de la ciudad en sus majestuosas carrozas. Las calles por donde debían pasar los Magos de Oriente se llenaron de gente ansiosa, esperando para ver los imponentes carruajes desde los que Sus Majestades saludaban a todos los ilusionados chiquillos que a su paso veían caer una lluvia de caramelos de sus generosas manos.

Antes de salir a ver la Cabalgata, mi emoción era tan grande, que no hacía más que saltar de alegría. Yo, que soy un poco cantarina y revoltosa, tenía alborotados a todos en la casa, hasta que por fin, llegó el momento de salir con mis abuelos, en medio de un frío casi polar y con un viento que nos arrastraba, para ver la Cabalgata. A medida que nos íbamos acercando al lugar por donde pasarían los Reyes, veíamos a la gente correr para ubicarse en las primeras filas. Creo que nosotros no pudimos alcanzar un lugar privilegiado y desde donde estábamos, yo no veía nada. ¡Qué decepción! No dejaba de repetirle a mi abuela que quería ver y ella sólo me contestaba:

- Tranquilízate nena, que cuando lleguen los Reyes te alzamos y vas a verlos.

En el momento en que llegaron los tan ansiados Reyes Magos, yo, ni corta ni perezosa, me escabullí entre la gente, llegué a la primera fila y a viva voz les grité, lo que ya les había escrito en la carta:

-Quiero una muñeca de pelo largo, un hula hoop y una bolsa de caramelos Toffes.

Como bien se podrán imaginar, mi abuela salió corriendo detrás de mí y me retiró de la multitud. Recibí un merecido regaño, al que no le di mucha importancia porque en mi mente sólo estaban los Reyes y el contenido de mi carta.

Al día siguiente, 6 de Enero, me levanté al alba y fui corriendo a la sala de estar para buscar mis “premios”. ¡Pobre de mí!, no quiero ni recordarlo. Sólo había un plato con carbón y una nota que decía que me había portado mal y por eso me habían dejado esos pedruscos negros. ¡Fue terrible!, tanto, que no podía articular ni una palabra, ¡no era posible que los Reyes me hubieran dejado ese feo carbón en un plato! Me pareció un castigo excesivo. Mi abuela, sin articular ni una palabra, miraba a cierta distancia mi cara compungida. Tan congestionada estaba yo del sufrimiento y la decepción, que mi abuelita no pudo esperar más tiempo y me llevó a la habitación de ella. Allí había una muñeca de pelo largo. Era preciosa y casi tan alta como yo; también había un hula hoop rosado fosforescente y una bolsa de caramelos Toffes y por si fuera poco, un libro de cuentos que conservé por años. La vida me dio una lección: “No debía ser tan impulsiva” y mi abuela me dio otra: “No se debe gritar”. Los Reyes no me dejaron sin otra enseñanza: “si el mal no es tan grave, hay que perdonar”. Sí, ellos se apiadaron de mi, perdonaron mi falta e hicieron que pasara unas fiestas maravillosas, pero…¡qué mal recuerdo tengo del carbón!

Queridos amigos, a portarse bien para que no les traigan carbones y desde aquí deseo de todo corazón que todos pasemos una Navidad en sana paz y que el próximo año sea de dicha y felicidad.

Anuchy Ulloa

jueves, 18 de noviembre de 2010

EL CORAL

En la entrega anterior, después de haberles comentado sobre las perlas, me quedaron ganas de seguir fondeando por los paisajes marinos, que de más está decir son de absoluta belleza, así que continuando en el mar, aunque yo esté a cierta distancia de él, hoy les hablaré de otra piedra orgánica que procede de sus fondos: el coral.

Durante muchos siglos los arrecifes de coral han sido un misterio. A pesar de haber sido estudiados por diferentes expertos de la vida del mar, no sabían definir si era una rara planta o un extraño animal; inclusive, algunos, pensaban que era “algo” de procedencia extraterrestre. Los consideraban una extraña e indescifrable especie de formación marina y no podían explicar su naturaleza.

En el año 1.785, el italiano Filippo Cavolini ya había escrito una obra muy importante sobre las formaciones de coral, pero en 1.864, un naturalista francés de nombre Henri Lacaze-Duthiers, luego de mucha investigación, fue el que logró describir al coral vivo, con sus formaciones de pólipos, sus órganos reproductores y su desarrollo.

Si tuviera que definirle a un niño lo que es el coral, le diría que unos animalitos marinos llamados pólipos coralinos, para protegerse de los depredadores, construyen sus casas con una sustancia de un mineral llamado calcio y eso es el coral. Así de simple, es más, me encanta esa definición. Para ponerme un poco más técnica les diré que es un carbonato cálcico, que pertenece a la familia de las gorgonáceas y que tiene una dureza de 3 a 4 en la escala de Mohs.

Se encuentra localizado, principalmente, en el Mediterráneo occidental, Japón, Malasia, Australia, sin olvidar el Caribe. En el Mar Rojo abunda el precioso coral negro, según algunos, excelente amuleto contra la mala suerte o el mal de ojo.

Al coral se le asocia mucho con el color rojo pero también los hay blancos, rosados, negros y un tipo de azul que realmente es muy raro de encontrar. El más preciado en joyería, sin duda, es el rojo.

HISTORIAS, MITOS, LEYENDAS Y CREENCIAS:

· El nombre del coral viene del griego Korallion, que significa adorno del mar, aunque el origen de la palabra en español, nosotros lo tomamos del latín Corallium.

· Para los antiguos romanos, al igual que para los griegos, era el más precioso regalo del mar.

· Mis antepasados pueblos celtas, excelentes artesanos y mejores orfebres, sentían gran aprecio por el coral, con el que les gustaba adornar las empuñaduras de sus armas.

· Dicen que protege de los malos espíritus y el mal de ojo, sobretodo, como dije antes, el coral negro, seguido por el rojo.

· Hay un tipo de coral, cuyo calcio, tiene uso terapéutico y, al parecer, ofrece excelentes resultados para los que sufren de artritis, osteoporosis, dolores articulares e, inclusive, para reforzar el sistema inmunológico.

· Al coral le gustan las aguas templadas y las costas no muy profundas, aunque hay algunos arrecifes que se han encontrado hasta a 1.500 metros de profundidad.

· Hay bancos de corales francamente enormes. Sus familias, forman arrecifes con múltiples ramificaciones y las bases de éstos, suelen ser corales muertos, mientras que los vivos, generalmente, se encuentran en la parte superior. De todos modos, nada se pierde en la naturaleza, aquellos que mueren dejan “sus troncos” que sirven de hábitat para otros seres vivos.

Amigos, quisiera decirles que la formación del coral es muy lenta. Se estima que puede crecer entre 1 y 1.5 centímetros al año. Podrán imaginarse la cantidad de tiempo que puede tardar en desarrollarse un arrecife de coral, porque si bien es cierto que algunos son de apenas pocos metros cuadrados, también es cierto que los hay que abarcan miles de kilómetros cuadrados. Cuando llego a este punto me vienen a la mente algunas imágenes de devastaciones de arrecifes de coral que he podido ver, como seguramente muchos de ustedes también las habrán visto, entonces las palabras se me agolpan y se me dificulta ordenarlas para poder escribir. De forma muy breve y con tristeza, les diré que hay bosques de coral que se están destruyendo día a día por negligencia humana. Hay un estudio que dice que ya hemos perdido el 30% de los corales de nuestro planeta y lo que es peor es que se estima que para el año 2.020 la pérdida puede alcanzar el 50%.

El coral parece fuerte, quizás por su majestuosidad, pero en realidad es muy frágil, tanto, que el calentamiento de las aguas lo está afectando y ni hablar de los vertidos tóxicos que llegan al mar, que también son diarios... ¡qué pena!.

Terminaré diciendo que el coral, para algunos, puede seguir siendo una rara planta; para otros, un extraño animal que forma esculturas únicas e irrepetibles; habrá quien no le dé vueltas a la cabeza y crea que es simplemente un adorno que la naturaleza puso en el mar y nada más. La realidad es que los arrecifes de coral son preciosas colonias o perfectos ecosistemas de vida marina que albergan miles de especies de peces y plantas a los que les dan cobijo, y que al igual que todo ser vivo nacen, se alimentan, se reproducen y mueren, pero deberían hacerlo de forma natural, no provocada por nosotros, los humanos, que somos sus indolentes depredadores, mientras que ellos, sin ser pensantes, ni sentimentales, protegen más de 4.000 especies de vida marina, amén de las costas, a las que abrigan de los huracanes.

Nada muere completamente, todo se transforma, y el coral lo hace en forma de maravillosa gema…

Anuchy Ulloa

martes, 26 de octubre de 2010

LA PERLA


Después de unas breves vacaciones, con un merecido, ansiado y reciente baño de mar en la piel, me dispongo a comentarles que en un atardecer, sentada en la orilla de la playa observando la inmensidad del mar, mi pensamiento se sumergió dentro de él y allí me perdí. No hay mayor felicidad que dejar libre nuestra mente y que ésta se vaya, cual caballo galopante donde quiera, sin que nosotros nos opongamos porque tras ese galopar, muchas veces termina aquietándose en paraísos perdidos. Sentada en esa orilla marina, con todo lo que necesitaba a mí alrededor, fui sin ir, al fondo del mar.

Eran muchas las piedras que había por ese maravilloso fondo marino. Algunas eran orgánicas y es de una de ellas, la perla, de la que hoy les hablaré.

La perla pertenece a un grupo denominado “piedras orgánicas” y esto es porque su formación se debe a fósiles de plantas o animales. Su composición química es el nácar que a su vez contiene carbonato cálcico, agua y materia orgánica.

Tiene una dureza de 3.5 a 4 en la escala de Mohs.

Sus juegos de aguas nacaradas pueden ser de color blanco, beige, verde, azul, rosado, amarillo, gris y negro.

En cuanto a su producción, Filipinas y Japón son países muy importantes, sobretodo de perlas cultivadas, por cierto de muy buena calidad. También Australia, India y China son países a resaltar en el cultivo de las perlas. La Polinesia Francesa (Tahití), es un puntal en la producción de perlas grises y negras.

Antiguamente las perlas eran solamente legítimas o naturales, pero con la creciente demanda nació el mercado de las perlas cultivadas (unas de mar y otras de río o agua dulce) que abarcan casi la totalidad de las que se venden alrededor del planeta. Las perlas naturales o bien llamadas legítimas son el resultado de un proceso de la naturaleza, sin intervención del ser humano; mientras que las cultivadas sí tienen la mediación del hombre en el principio de su formación. Mediante una minuciosa y precisa técnica, los expertos (generalmente las delicadas manos de una mujer) introducen ciertas partículas dentro del bivalvo que originan que estos moluscos (generalmente ostras) las “combatan” o traten de aislar estos objetos extraños recubriéndolos con capas de nácar.

No me gusta repetir lo que voy a contar a continuación, pero es muy común escuchar y seguramente algunos de ustedes lo habrán oído decir, que la perla es una enfermedad de las ostras. Yo no lo puedo negar porque “algo de eso hay”, pero no me gusta esta definición porque llamarle “enfermedad” a algo tan precioso, no me suena bien… Bueno, cosas mías y ustedes ya me conocen un poco.

El tiempo aproximado del cultivo de una perla es de 3 a 4 años. Menos tiempo podría ser poco ya que la cubierta de nácar sería pobre. A veces ocurre que el lugar donde se encuentra el cultivo no tiene las condiciones apropiadas ni control de la contaminación de las aguas, entonces se corre el riesgo de que un cultivo mayor al antes mencionado se pierda porque el molusco puede enfermarse (y aquí si lo enfatizo) seriamente y morir.

Los cultivos de las perlas suelen realizarse en jaulas, también llamadas celdas o cestas, las cuales hay que limpiarlas muy bien y periódicamente al menos una vez al año, aunque se recomienda cada 6 meses. La perla es sumamente delicada desde su formación y no admite agentes contaminantes, sobretodo los químicos. Es por eso y al hilo del tema, que nunca recomendaría a las chicas que tocaran las perlas con cremas, polvos, maquillajes o perfumes. Es más, imagínense lo delicada que puede ser una perla que a veces hasta el sudor la puede opacar. También es cierto que hay personas cuya piel aviva el brillo de esta delicada gema.

Distinguir una perla natural de una cultivada no es fácil pero para eso hay aparatos, a través de los cuales, se puede ver el núcleo y en el acto se reconocen.

No es fácil estimar un tiempo determinado de vida en una perla porque depende de la salud del molusco del que provenga, el cuidado en su formación y el buen trato, una vez que haya salido del agua. Con estas premisas pueden “vivir” y lo pongo entre comillas, entre 100 y 150 años. Cuando puse entre comillas “vivir”, es porque muchos expertos en esta materia así se expresan pero yo, con toda humildad diría que podrían tener “mejor apariencia”. En este tip tengo que aclarar que hay perlas que tienen cientos de años y siguen teniendo una apariencia perfecta. No es necesario explicar que una piedra de esta naturaleza tan delicada, para poder mantenerse en perfecto estado después de tanto tiempo, seguro que se debe a una naturaleza especial, junto a un cuidado único.

Aunque hay algunos que al hablar de la “tasa” de las perlas mencionan la palabra quilate, la realidad es que las perlas se tasan por gramos.

La mejor imitación de las perlas es la llamada Majórica de Manacor, en Palma de Mallorca (España). Son imitaciones tan buenas que algunas tienen garantía de por vida. También les digo que son bastante costosas y que hasta éstas, que son imitaciones de perlas como dije antes, tienen a su vez imitaciones que se venden por Majóricas cuando no lo son.

TIPS,HISTORIAS, MITOS, LEYENDAS Y CREENCIAS:

  • Hace 6.000 años las perlas ya se usaban como ornamento. Dicen que 2.500 años A.C. ya había comercio de perlas.
  • En China, a principios del siglo XVIII, se comenzó a practicar un original cultivo de perlas. Lo hacían insertando una pequeñísima figura de plomo con la forma de Buda en el interior de la concha del molusco para que el bivalvo la cubriera de nácar.
  • En la antigüedad, las perlas estaban reservadas exclusivamente como adorno para aquellos personajes muy acaudalados o que pertenecían a la nobleza.
  • Al parecer, también en la antigüedad, la perla era como una especie de garantía para que un difunto pasara “con buen pié” a la eternidad. Cleopatra pidió que el día en que muriese, llevaran su cuerpo cubierto de perlas.
  • También dicen que Nerón antes de acostarse a reposar, le indicaba a la servidumbre que esparciera sobre el lecho montones de perlas. Luego él se acostaba sobre ellas, lo que le producía extremo placer… ¡Upa, qué exquisito y morbosillo era Nerón!
  • En los países orientales, a veces usan las perlas pulverizadas para curar algunas dolencias. Dicen que el nácar es excelente para curar el acné y las manchas de la piel. Recuerdo que cuando yo era adolescente y tenía mi rostro con algunas, o mejor dicho con muchas y espantosas espinillas, una cosmetóloga le dijo a mi madre que me comprara crema de nácar…imagino que la pobre me la habrá comprado porque ya no sabía qué hacer con mi rostro enrojecido.
  • Hay una leyenda que dice que cuando el agua de la lluvia cae sobre los campos, produce trigo y que cuando sus gotas caen en el mar, se convierten en perlas.
  • Las perlas, según algunas creencias chinas, son gotas de rocío que atraviesan el agua del mar, entran en una ostra y una vez dentro de ella, absorben la luz del alba.
  • La perla, junto con la Piedra de Luna y la Alejandrita pertenecen al signo de Cáncer.
  • Nuestra gema de hoy está estrechamente relacionada con todo lo femenino y con la fecundidad.

Podría seguir hablando sobre las perlas, porque por mis manos pasaron muchas y las conozco bien, pero el espacio es limitado, así que terminaré esta entrega diciéndoles que de las pocas naturales o legítimas que he llegado a tocar eran minúsculas y “feúcas”. Pero un día, en mi antiguo lugar de trabajo, llegó una señora de la alta sociedad venezolana con una maravillosa perla rosada que le había regalado el Sha del Irán y su esposa Farah. Hay sensaciones inexplicables y esa fue una. La gema era del tamaño de un garbanzo grande, con una superficie lisa y perfecta. Tenía un “oriente” (así se le denomina al brillo de las perlas) precioso. De más está decir que la perla era legítima, una verdadera joya.

No soy muy amante de las realezas, ni las fastuosidades pero al sostener esa perla, me imaginé la escena cuando el Sha le entregó a la distinguida dama esa maravillosa gema y me pareció de cuento. Seguro que algunos de ustedes estarán de acuerdo conmigo o al menos me entenderán... Soy romántica, lo sé…

Anuchy Ulloa

jueves, 7 de octubre de 2010

EL LARIMAR

Hace algún tiempo, hice un crucero por nuestro precioso Caribe, y en una de sus paradas, el barco atracó en República Dominicana. Tengo grabado en mi mente ese amanecer. Esa visión hizo volar mi imaginación a la época de la conquista, cuando Cristóbal Colón, después de una arriesgada travesía, por primera vez pisó tierra, justamente esa, que muchos años después, también yo, estaba a punto de pisar.

De todas las paradisíacas islas que teníamos pautado visitar, había una que me llamaba especial atención por su historia y era precisamente La Española, primer nombre que se le dio a lo que hoy conocemos por República Dominicana y Haití. Me bailaban los pies de las ganas que tenía de salir del barco y visitar el casco antiguo de Santo Domingo, capital cultural de Hispanoamérica. Quería visitar un montón de lugares, entre ellos la primera Catedral construida en el nuevo mundo y donde, supuestamente, según los dominicanos, reposaron los restos de Cristóbal Colón hasta ser trasladados al Faro Colón. Aquí hago una pausa en mi relato porque no quiero herir susceptibilidades y es que digo “supuestamente” cuando me refiero a la sepultura del gran navegante, porque los españoles dicen que los restos de él se encuentran en España. Espero que algún día se pongan de acuerdo.

Después de los trámites de rigor me dispuse, cual conquistadora en mi búsqueda del tesoro, a pisar suelo dominicano y salir con el grupo a “turistear”. Ese día caminamos lo indecible, viendo sitios de mucho interés y conociendo un poco la historia y belleza de la isla que no es sino una más de las nuestras, aquí, en el nuevo continente. Por un momento sentí deseos de libertad y quise separarme del grupo, se lo participé al guía turístico y me respondió con un tono cubano-puertorriqueño, o sea, dominicano:

- A la sei en el bajco-.

El barco zarpaba en la noche pero debíamos empezar a embarcar a las seis de la tarde. Tenía tiempo de sobras para andar a mi aire y perderme (lo digo metafóricamente y también literalmente, ya que soy un poco despistada). Pasando por un comercio, siento que desde adentro un chico me dice:

- Welcome, come in please!!!.

Me hizo gracia porque estaba clara de cuál era mi apariencia y el por qué de su confusión: pelirroja, muy blanca, aunque abrasada por el sol, shorts, franelita, sandalias, cámara al hombro… conclusión: gringa. Pues no, el chico se había equivocado y se mató de risa cuando yo le contesté:

- ¿Qué tal si hablamos español?, es que me gusta más-.

Ustedes se preguntaran el por qué yo cuento todo esto. Se los cuento porque en República Dominicana yo también hice un “descubrimiento” aunque no tan importante como el de Cristóbal Colón. Ese chico me hizo conocer una piedra que yo jamás había visto y que ni siquiera sabía que existía.

- Pasa,- me dijo- no puedes irte de Dominicana sin llevarte una piedra que sólo se da aquí-.

Como ustedes podrán suponer, él, sin saberlo, había dado en el clavo…¡¡¡hablarme a mí de piedras!!! No lo pensé dos veces cuando ya me vi instalada dentro de la tienda con una preciosa piedra azul entre mis manos, fría como todas y mágica también como todas: Larimar es su nombre, precioso como ella y que bien se lo podría prestar a una mujer. Larimar suena a Caribe; no en vano es “La piedra del Caribe Mar”.

TIPS, HISTORIAS, MITOS Y LEYENDAS

Ø El Larimar es una variante de la familia de las pectolitas. Químicamente es un hidrato de silicato de calcio, sodio y magnesio. Tiene una dureza de 4.5 a 5 en la escala de Mohs.

Ø Su color es azul con distintas tonalidades que pueden ir hasta el verdoso.

Ø No hay dos piedras Larimar iguales; todas tienen algo que las distinguen unas de otras.

Ø Aunque ya en 1.916 el sacerdote Miguel Domingo Fuertes de León, para entonces párroco de la provincia de Barahona, lugar de origen de la gema, había pedido permiso, que le fue negado, para explorar y explotar una mina con rocas azules que había descubierto, no fue sino hasta el año 1.974 cuando se les da el reconocimiento a un dominicano de nombre Miguel Méndez y a un hombre del Cuerpo de Paz de los Estados Unidos de nombre Norman Rillin, como los primeros en hacer público y notorio los yacimientos de esta pectolita azul, encontrada al sur-oeste de La Española. Se le conoce como Larimar porque así la “bautizó” el dominicano Méndez, combinando el nombre de su hija: Larissa, con el lugar donde ellos encontraron la piedra: el mar.

Ø Nuestra piedra de hoy, pertenece a la localidad de Bahoruco, en la provincia de Barahona (República Dominicana), único lugar en el mundo donde se encuentra esta pectolita de origen volcánico.

Ø El descubrimiento y explotación de esta piedra supuso una importante fuente de ingresos para los pobladores de la zona, que muchos de ellos viven de eso. Hay algunos isleños que todavía la explotan de forma artesanal.

Ø Sus minas se encuentran en las montañas y a través de sus ríos la van arrastrando al mar. Por este motivo, hay quienes dicen que la montaña la crea, la expulsa al mar y éste la devuelve a la orilla para que alguna sirena la recoja.

Ø Todavía es una gema relativamente fácil de encontrar y no es muy costosa, pero al parecer, la reserva de ella puede durar entre 10 y 15 años… ¡qué lástima!, más teniendo en cuenta que a medida que se va conociendo en el exterior, mayor es su demanda y por lo tanto, más rápido será su extinción.

Ø En temas más profundos, se le considera el perfecto enlace entre la mente y el corazón.

Ø Se le considera excelente para encontrar el amor del alma, el compañero cuyo amor hacia uno, brote del alma.

Ø En el Feng Shui representa la energía de la montaña y un armonizador perfecto y equilibrante del Chi.

Ø Su uso es básicamente ornamental y suele montarse en plata.

Ya para terminar les diré que en ese viaje compré tres piedras Larimar: una para mi madre, otra para mi hija y otra para mí. La mía me la robaron junto con la Alejandrita y demás prendas; la de mi hija es de ella… y la de mi querida madre la conservo como otro de sus recuerdos.

Anuchy Ulloa

EL LAPISLAZULI


Químicamente se le denomina: silicato alumínico sódico con azufre, pero para entender la composición de esta piedra en “un idioma” un poco más sencilllo, diré que es una roca compuesta por muchos minerales, por ejemplo: la lazurita que unida al silicato cálcico le da su azul característico; la wollastonita y la calcita que le dan ese tono blanquecino o gris en forma de rayas o vetas; y la pirita que asemeja diminutos puntos de luz. Además tiene inclusiones de otros minerales.

El lapislázuli es una piedra opaca, con un color azul parecido al índigo y como dije antes, suele tener vetas más claras con destellos metálicos.

El más costoso es el llamado Royal Blue que traducido es Azul Real. Tiene una dureza de 5.5 en la escala de Mohs. Es frágil y se raya con facilidad.

Sus principales yacimientos se encuentran en: EEUU, Chile, Rusia, Afganistán, Pakistán, Birmania, y Angola.


TIPS, HISTORIAS, MITOS Y LEYENDAS

Ø Desde tiempos inmemoriales, el lapislázuli se usaba en incrustaciones para objetos ornamentales. Con él también se hacían preciosos mosaicos.

Ø Dado su azul intenso y destellos dorados o plateados, los egipcios la consideraban una piedra sagrada y decían que era la representación del cielo en la noche, con sus estrellas incluidas. ¡Qué linda comparación!.

Ø Los asirios y los babilonios lo usaban para hacer máscaras funerarias. También se encontraron en El Valle del Indus unas tumbas de hace 9.000 años, con múltiples adornos en lapislázuli.

Ø Cuando en Europa se llegó a conocer el lapislázuli, se le denominó “ultramarino”, dándole el significado de “más allá del mar”.

Ø Tanto las mujeres griegas como las persas pulverizaban esta piedra, al igual que lo hacían con la malaquita, y las usaban como cosméticos, para pintar y embellecer sus ojos. Evidentemente, eran otras épocas.

Ø Leonardo Da Vinci y otros artistas contemporáneos a él, denominaban al lapislázuli como “el oro azul”, ya que del polvo de la piedra, mezclado con aceite, se extraía un magnífico y duradero pigmento para sus lienzos, que para ellos era de inmenso valor.

Ø En Egipto se usaba como medicina para ciertos quebrantos.

Ø El tono de su azul convirtió a nuestra gema de hoy en el símbolo de la pureza, nobleza e inclusive de la buena salud.

Ø Aunque es una piedra fácil de encontrar, no es precisamente barata. Hay comerciantes poco escrupulosos o quizás algo ignorantes en la materia, que venden la sodalita como lapislázuli. Resulta a buen precio pero llevan “un gato por liebre”. ¡Ojo!, no desestimo la sodalita que también es una piedra noble, pero más económica que el lapislázuli.

En nuestro camino por la vida, hay muchas piedras con las que tropezamos. Algunas las apartamos con un simple puntapié; otras nos hacen detener y observarlas con detalle y hasta nos podemos enamorar de ellas; otras las miramos como si nada, casi con indiferencia porque no nos llaman suficientemente la atención. Ahora que lo pienso, creo que esto último siempre me pasó con el lapislázuli y no sabría explicar el por qué. Creo que los humanos somos así. A veces no le damos importancia a algo porque simplemente a primera vista no nos cautiva. No he sido justa con esta gema. Prometo ir a una de las tantas tiendas que venden piedras y me compraré una pequeñita, preferiblemente rústica, sin tallar, sólo para observarla como ella lo merece. Les aseguro que en breve cambiaré de opinión.

Anuchy Ulloa