jueves, 7 de octubre de 2010

EL LARIMAR

Hace algún tiempo, hice un crucero por nuestro precioso Caribe, y en una de sus paradas, el barco atracó en República Dominicana. Tengo grabado en mi mente ese amanecer. Esa visión hizo volar mi imaginación a la época de la conquista, cuando Cristóbal Colón, después de una arriesgada travesía, por primera vez pisó tierra, justamente esa, que muchos años después, también yo, estaba a punto de pisar.

De todas las paradisíacas islas que teníamos pautado visitar, había una que me llamaba especial atención por su historia y era precisamente La Española, primer nombre que se le dio a lo que hoy conocemos por República Dominicana y Haití. Me bailaban los pies de las ganas que tenía de salir del barco y visitar el casco antiguo de Santo Domingo, capital cultural de Hispanoamérica. Quería visitar un montón de lugares, entre ellos la primera Catedral construida en el nuevo mundo y donde, supuestamente, según los dominicanos, reposaron los restos de Cristóbal Colón hasta ser trasladados al Faro Colón. Aquí hago una pausa en mi relato porque no quiero herir susceptibilidades y es que digo “supuestamente” cuando me refiero a la sepultura del gran navegante, porque los españoles dicen que los restos de él se encuentran en España. Espero que algún día se pongan de acuerdo.

Después de los trámites de rigor me dispuse, cual conquistadora en mi búsqueda del tesoro, a pisar suelo dominicano y salir con el grupo a “turistear”. Ese día caminamos lo indecible, viendo sitios de mucho interés y conociendo un poco la historia y belleza de la isla que no es sino una más de las nuestras, aquí, en el nuevo continente. Por un momento sentí deseos de libertad y quise separarme del grupo, se lo participé al guía turístico y me respondió con un tono cubano-puertorriqueño, o sea, dominicano:

- A la sei en el bajco-.

El barco zarpaba en la noche pero debíamos empezar a embarcar a las seis de la tarde. Tenía tiempo de sobras para andar a mi aire y perderme (lo digo metafóricamente y también literalmente, ya que soy un poco despistada). Pasando por un comercio, siento que desde adentro un chico me dice:

- Welcome, come in please!!!.

Me hizo gracia porque estaba clara de cuál era mi apariencia y el por qué de su confusión: pelirroja, muy blanca, aunque abrasada por el sol, shorts, franelita, sandalias, cámara al hombro… conclusión: gringa. Pues no, el chico se había equivocado y se mató de risa cuando yo le contesté:

- ¿Qué tal si hablamos español?, es que me gusta más-.

Ustedes se preguntaran el por qué yo cuento todo esto. Se los cuento porque en República Dominicana yo también hice un “descubrimiento” aunque no tan importante como el de Cristóbal Colón. Ese chico me hizo conocer una piedra que yo jamás había visto y que ni siquiera sabía que existía.

- Pasa,- me dijo- no puedes irte de Dominicana sin llevarte una piedra que sólo se da aquí-.

Como ustedes podrán suponer, él, sin saberlo, había dado en el clavo…¡¡¡hablarme a mí de piedras!!! No lo pensé dos veces cuando ya me vi instalada dentro de la tienda con una preciosa piedra azul entre mis manos, fría como todas y mágica también como todas: Larimar es su nombre, precioso como ella y que bien se lo podría prestar a una mujer. Larimar suena a Caribe; no en vano es “La piedra del Caribe Mar”.

TIPS, HISTORIAS, MITOS Y LEYENDAS

Ø El Larimar es una variante de la familia de las pectolitas. Químicamente es un hidrato de silicato de calcio, sodio y magnesio. Tiene una dureza de 4.5 a 5 en la escala de Mohs.

Ø Su color es azul con distintas tonalidades que pueden ir hasta el verdoso.

Ø No hay dos piedras Larimar iguales; todas tienen algo que las distinguen unas de otras.

Ø Aunque ya en 1.916 el sacerdote Miguel Domingo Fuertes de León, para entonces párroco de la provincia de Barahona, lugar de origen de la gema, había pedido permiso, que le fue negado, para explorar y explotar una mina con rocas azules que había descubierto, no fue sino hasta el año 1.974 cuando se les da el reconocimiento a un dominicano de nombre Miguel Méndez y a un hombre del Cuerpo de Paz de los Estados Unidos de nombre Norman Rillin, como los primeros en hacer público y notorio los yacimientos de esta pectolita azul, encontrada al sur-oeste de La Española. Se le conoce como Larimar porque así la “bautizó” el dominicano Méndez, combinando el nombre de su hija: Larissa, con el lugar donde ellos encontraron la piedra: el mar.

Ø Nuestra piedra de hoy, pertenece a la localidad de Bahoruco, en la provincia de Barahona (República Dominicana), único lugar en el mundo donde se encuentra esta pectolita de origen volcánico.

Ø El descubrimiento y explotación de esta piedra supuso una importante fuente de ingresos para los pobladores de la zona, que muchos de ellos viven de eso. Hay algunos isleños que todavía la explotan de forma artesanal.

Ø Sus minas se encuentran en las montañas y a través de sus ríos la van arrastrando al mar. Por este motivo, hay quienes dicen que la montaña la crea, la expulsa al mar y éste la devuelve a la orilla para que alguna sirena la recoja.

Ø Todavía es una gema relativamente fácil de encontrar y no es muy costosa, pero al parecer, la reserva de ella puede durar entre 10 y 15 años… ¡qué lástima!, más teniendo en cuenta que a medida que se va conociendo en el exterior, mayor es su demanda y por lo tanto, más rápido será su extinción.

Ø En temas más profundos, se le considera el perfecto enlace entre la mente y el corazón.

Ø Se le considera excelente para encontrar el amor del alma, el compañero cuyo amor hacia uno, brote del alma.

Ø En el Feng Shui representa la energía de la montaña y un armonizador perfecto y equilibrante del Chi.

Ø Su uso es básicamente ornamental y suele montarse en plata.

Ya para terminar les diré que en ese viaje compré tres piedras Larimar: una para mi madre, otra para mi hija y otra para mí. La mía me la robaron junto con la Alejandrita y demás prendas; la de mi hija es de ella… y la de mi querida madre la conservo como otro de sus recuerdos.

Anuchy Ulloa

4 comentarios:

  1. Vivo en Colombia y soy venezolano. Por un amigo accesé a tu blog y me encanta tu forma de escribir tan fresca y sencilla. No sabía que existía esta piedra en nuestro Caribe como tú bien dices. Ya me dio curiosidad por conocer esta piedra porque estoy empezando a hacer una colección.
    Rafael Antonio.

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  2. Rafael Antonio, qué bueno que mediante mi blog hayas descubierto una nueva piedra. Te aseguro que es preciosa. Sigue con tu colección y verás que cada día te enamorarás más de estos minerales. Ya que vives en el hermano país de Colombia, no dejes de adquirir una esmeralda aunque sea chiquitita. Recibe un saludo y gracias por tu comentario.

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  3. Desconocia totalmente la existencia de esta piedra tan bella.
    Tus artículos no solo entretienen a quienes leen lo que publicas , como nos informan sobre cosas realmente interesantes que a veces desconocemos. Seguire, como siempre, atenta a tus artículos.

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  4. Qué lindo M.V.I. Yo también sigo atenta a todos mis seguidores que le dan color y vida a mi blog. Muchas gracias.

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